SAN FERNANDO.- Sacerdotes y activistas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) oraron y rociaron agua bendita en la bodega abandonada del rancho “El Mezquite”, donde hace 7 años ocurrió la masacre de 72 migrantes.
En ese lugar ubicado a 10 kilómetros del libramiento de San Fernando, Tamaulipas, se colocaron veladoras, al tiempo que el presbítero Pedro Pantoja, encargado de la Casa del Migrante en la ciudad de Saltillo, Coahuila, decía “La Tierra que era maldita, ahora es bendita con la sangre que derramaron migrantes que fueron masacrados por grupos de civiles armados”.
De que les sirve el consuelo, si los familiares de los migrantes asesinados lo que quieren es justicia, ellos no quieren perdonar hasta que no les entreguen la razón y les contesten la pregunta, por qué los mataron y quienes los mataron.
Por otra parte, agregó que actualmente se tiene un problema muy grande con la Procuraduría General de la República (PGR), ya que se había planteado una comisión internacional - interinstitucional para la identificación de las víctimas y el retorno de los restos a sus lugares de origen, esto último se está negando, ya que sería lo más fuerte para poder hacer justicia.
Pantoja dijo que esperan una pronta respuesta y que se hagan las cosas como debe ser para lograr esclarecer este hecho.