Elizabeth fue víctima de violación cuando era menor de edad: tenía 15. Su familia no quería que presentara la denuncia, ella lo hizo; sin embargo, después de algunos meses, dejó de dar seguimiento al tema; hoy que quiere retomarla, pero no encuentra eco en la Fiscalía, con cuyo trato se siente revictimizada.
Explicó que mientras era menor de edad tenía que asistir acompañada de algunos de sus padres o un tutor, por lo que luego de las primeras indagaciones dejó de asistir por falta de tiempo de su familiar, pero aun cuando ya cumplió los 18 años la Fiscalía le sigue pidiendo la presencia de su mamá, con quien inició la denuncia.
En entrevista, Elizabeth relató que estudiaba el bachillerato con carrera técnica en enfermería, por lo que solicitó hacer prácticas en el Hospital Nicolás San Juan, en donde su violador también laboraba como médico interno en servicio social y con quien sólo la unía el vínculo laboral.
Pese a ello, una noche al salir de sus prácticas se encontró con el aún estudiante de medicina, quien le dijo que quería platicar con ella y luego de que se negara reiteradamente a acompañarlo, la obligó a subir a una camioneta, en donde la sometió, puso los seguros y cometió la violación, pero el lugar de dejarla en el mismo lugar, pretendió llevarla a buscar a un primo, a quien no encontró, por lo que la llevó a la zona del Hospital Mónica Pretelini, donde le permitió bajar del vehículo para que a bordo de un taxi pudiera acudir.
“Al principio no quería denunciar, pero una amiga me dijo que era necesario y me hizo pensar que podría haberme contagiado alguna enfermedad, entonces le pedí a una enfermera que me hiciera la prueba de VIH y cuando preguntó la razón y se enteró de que fui violada me dio el número de una abogada que trabaja en el Centro de Justicia para las Mujeres y ahí por ser menor de edad llamaron por teléfono a mi mamá, aunque yo no quería que se enterara”, indicó.
Como parte del apoyo que brindan la canalizaron con un psicólogo varón, quien no respetó su deseo de no comentar lo que hablaban con su familia, pues al contrario enteró a su mamá y a su abuela, quienes consideraron que ella se buscó la violación.
Pasados alrededor de mes y medio de iniciada la carpeta de investigación, la llamaron del Centro de Justicia para Mujeres, a fin de reconocer al tipo que la violó y proceder a su detención, pues ya habían recabado sus documentos y además, tenían conocimiento de que abusó de otra persona, en este caso una paciente del Hospital Nicolás San Juan, lo que así hizo, pero a pesar de ello nunca lo detuvieron.
Al cumplir los 18 años de edad quiso reactivar la denuncia en contra de su violador, pero se encontró con una abogada de nombre María Guadalupe Hernández quien -lejos de sororizarse con ella- la ignora, le dice que ya pasó mucho tiempo, le dedica más tiempo a su teléfono celular que a ella y se le olvida para que trámite la citó.
Ante ello, interpuso una queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México pues luego de compartir su experiencia en redes sociales ha recibido comentarios de otras chicas que se dicen víctimas del mismo individuo, hoy ya doctor, quien también la ha contactado exigiendo conocer el número de carpeta de investigación y el resultado de los análisis, así como diversas amenazas, por lo cual tiene miedo de que algo llegue a sucederle y lo responsabiliza de ello.