/ lunes 31 de enero de 2022

Indigentes de Guadalajara convierten coladeras en calabozos

Alcantarillas de la CFE son usadas por personas en situación de calle que se disputan distintas zonas en donde roban a los transeúntes

GUADALAJARA. El hallazgo hace una semana de dos personas encerradas dentro de alcantarillas de Guadalajara, una viva y la otra muerta, hace suponer a autoridades de Jalisco que esos espacios se han convertido en mazmorras de una mafia de indigentes que se disputan las zonas donde recogen material reciclable y roban a transeúntes.

La Fiscalía de Justicia de Jalisco lleva a cabo las investigaciones con dificultades ya que el único sobreviviente poco pudo o quiso aportar y se encuentra temeroso de señalar a los responsables.

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Sólo en el crucero de avenida Mariano Otero e Inglaterra, donde fue rescatada la víctima, muy cercano a la zona federal por donde pasa el ferrocarril, hay ocho alcantarillas o pozos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Dos al menos fueron usados para encerrar personas.

Tiempo atrás, la autoridad municipal desalojó a familias que habitaban debajo de los puentes situados en la zona de los Arcos del Milenio, a escasos tres kilómetros de donde se hizo el hallazgo. Testimonios de vecinos apuntan a que pudieron mudarse a las coladeras.

Humberto N, quien tiene unas oficinas por la zona, ha denunciado en múltiples ocasiones que “abren diario una alcantarilla situada a un costado de una parada de autobús y se meten por ahí; es de la CFE y no sé si lleve a algún otro sitio, pero se introducen varios sujetos”.

La investigación de la Fiscalía, por su parte, apunta a Pueblo Quieto, un sitio donde habitan unas 280 personas, en su mayoría originarios de pueblos indígenas, que emigraron a la ciudad, pero fueron empujados a vivir en casas de cartón y otras improvisadas, situadas en una zona federal a un costado de las vías del ferrocarril que cruzan la ciudad.

Pueblo Quieto es vigilado día y noche por policías de los tres niveles de gobierno e incluso por la Guardia Nacional, que ha destinado 180 elementos, sin que hasta ahora haya detenidos.

Los habitantes del lugar se defienden y culpan a los migrantes de integrarse a las mafias callejeras. “Lo de encerrarlos en las alcantarillas, es porque piensan que son también personas de la calle, con las que se disputan la zona y están protegiendo su territorio, quieren eliminarlos”, señaló Juan N, poblador de Pueblo Quieto.

Ellos —dice uno de los líderes de la comunidad— son los que habitan en las alcantarillas, pero también han encerrado a personas ahí y se disputan con otros el territorio.

Días atrás, un hombre de 59 años fue rescatado de una alcantarilla en Guadalajara, donde estuvo atrapado por seis días luego de que sujetos lo privaron de la libertad.

Los desconocidos lo agredieron a golpes, lo derribaron y luego, sin aparente razón, lo lanzaron al fondo del pozo.

En cuanto se recuperó lo primero que tocó fueron unos huesos y usó uno de ellos, de los más delgados, para introducirlo por un orificio de la tapa y llamar la atención de quienes pasaban por ahí. Un joven se percató de su presencia, pidió auxilio y así los bomberos lo rescataron.

Los huesos, un cráneo, zapatos y restos de ropa, encontrados dentro del mismo pozo, pertenecían a otra persona que tuvo menos suerte, indica la carpeta de investigación 4598/2022.

El hallazgo inquietó a la propia CFE, que poco a poco ha revisado y clausurado los pozos de la zona.



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Disponible en: Acast, Spotify, Apple Podcasts, Google Podcasts, Deezer y Amazon Music

GUADALAJARA. El hallazgo hace una semana de dos personas encerradas dentro de alcantarillas de Guadalajara, una viva y la otra muerta, hace suponer a autoridades de Jalisco que esos espacios se han convertido en mazmorras de una mafia de indigentes que se disputan las zonas donde recogen material reciclable y roban a transeúntes.

La Fiscalía de Justicia de Jalisco lleva a cabo las investigaciones con dificultades ya que el único sobreviviente poco pudo o quiso aportar y se encuentra temeroso de señalar a los responsables.

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Sólo en el crucero de avenida Mariano Otero e Inglaterra, donde fue rescatada la víctima, muy cercano a la zona federal por donde pasa el ferrocarril, hay ocho alcantarillas o pozos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Dos al menos fueron usados para encerrar personas.

Tiempo atrás, la autoridad municipal desalojó a familias que habitaban debajo de los puentes situados en la zona de los Arcos del Milenio, a escasos tres kilómetros de donde se hizo el hallazgo. Testimonios de vecinos apuntan a que pudieron mudarse a las coladeras.

Humberto N, quien tiene unas oficinas por la zona, ha denunciado en múltiples ocasiones que “abren diario una alcantarilla situada a un costado de una parada de autobús y se meten por ahí; es de la CFE y no sé si lleve a algún otro sitio, pero se introducen varios sujetos”.

La investigación de la Fiscalía, por su parte, apunta a Pueblo Quieto, un sitio donde habitan unas 280 personas, en su mayoría originarios de pueblos indígenas, que emigraron a la ciudad, pero fueron empujados a vivir en casas de cartón y otras improvisadas, situadas en una zona federal a un costado de las vías del ferrocarril que cruzan la ciudad.

Pueblo Quieto es vigilado día y noche por policías de los tres niveles de gobierno e incluso por la Guardia Nacional, que ha destinado 180 elementos, sin que hasta ahora haya detenidos.

Los habitantes del lugar se defienden y culpan a los migrantes de integrarse a las mafias callejeras. “Lo de encerrarlos en las alcantarillas, es porque piensan que son también personas de la calle, con las que se disputan la zona y están protegiendo su territorio, quieren eliminarlos”, señaló Juan N, poblador de Pueblo Quieto.

Ellos —dice uno de los líderes de la comunidad— son los que habitan en las alcantarillas, pero también han encerrado a personas ahí y se disputan con otros el territorio.

Días atrás, un hombre de 59 años fue rescatado de una alcantarilla en Guadalajara, donde estuvo atrapado por seis días luego de que sujetos lo privaron de la libertad.

Los desconocidos lo agredieron a golpes, lo derribaron y luego, sin aparente razón, lo lanzaron al fondo del pozo.

En cuanto se recuperó lo primero que tocó fueron unos huesos y usó uno de ellos, de los más delgados, para introducirlo por un orificio de la tapa y llamar la atención de quienes pasaban por ahí. Un joven se percató de su presencia, pidió auxilio y así los bomberos lo rescataron.

Los huesos, un cráneo, zapatos y restos de ropa, encontrados dentro del mismo pozo, pertenecían a otra persona que tuvo menos suerte, indica la carpeta de investigación 4598/2022.

El hallazgo inquietó a la propia CFE, que poco a poco ha revisado y clausurado los pozos de la zona.



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